Vivir en la no aceptación te impide avanzar y alimenta tu rabia, tu tristeza, tu culpa, tu impotencia, tu miedo, etc. Estas emociones forman parte de tu patrón y, al sentirlas, lo alimentas de manera inconsciente. Lo mismo sucede al no aceptar pérdidas de seres queridos, rupturas de pareja, el maltrato, una enfermedad, que tu vida no funciona o que no eres feliz.
Cualquier cosa que sientas y que tenga que ver contigo y tu felicidad, te hará quedarte atrapada en un bucle existencial. El bucle puede ser infinito y durar eternamente. Para mí, es tiempo muerto.
Cuando te resistes a aceptar cualquier situación que te saca de tu zona de confort y te hace replantearte toda tu existencia, te sientes vulnerable. Porque puedes perder el control sobre tu vida. Entonces te quedas atrapada en lo que la situación te hace sentir. Desde el inconsciente conectas con tu memoria emocional y, en vez de actuar y aceptar lo que está ocurriendo, te quedas congelada en el tiempo. No avanzas, y las emociones desbocadas que sientes en tu interior se quedarán enrocadas, afectándote no sólo emocionalmente, sino también físicamente.
La no aceptación te impide avanzar es una exaltación más del miedo
Muchas personas intentan por todos los medios esconder el miedo para que los demás no lo vean. Actúan con aparente normalidad. Se ponen la máscara de la alegría y actúan como si no pasase nada, como si la situación no les afectase. Pero por dentro están hechas polvo.
La otra respuesta desde el miedo es la negativa, la tristeza y la desvalorización. La persona pierde toda ilusión y se convierte en un vegetal, no puede salir de su dolor. Para los demás, es un verdadero calvario verla mal y no poder ayudarla. Se entregan completamente a la causa de salvarlas de ese dolor. Y con el tiempo, lo más probable es que acaben desgastadas ellas también y contagiadas del mismo dolor. No aceptan que no puedan hacer nada más que estar a su lado. Aunque a veces, en un rapto de autoestima, acaben alejándose, porque no soportan más esa actitud pesimista y depresiva.
Lo mires por donde lo mires, aceptar no es perdonar. Aceptar es más bien comprender que no tenemos el poder sobre nada. Lo que verdaderamente queremos no se manifiesta ni permanece por el simple hecho de desearlo. Hay un momento en nuestra vida que nos damos cuenta de eso, de que no tenemos un poder mágico. Cuando somos niñas o niños creemos que, por pensar algo con mucha fuerza, eso se va a cumplir. Nos dicen: no pienses en lo malo y ya verás cómo se irá.
En nuestra inocencia, pensamos que poseemos el poder de la magia. Porque en los cuentos la magia existe, pero en la vida real no es tan fácil conectar con ella. Yo le llamo la inocencia mágica. Es la creencia de que, si no pienso en algo malo, se irá y, si pienso en algo bueno, se manifestará. Darme cuenta de que no tengo ese poder me causará una decepción. Puedes tardar más o menos tiempo en darte cuenta, pero en el momento en el que te ocurre, pierdes esa inocencia. Una inocencia es que era maravillosa.
La no aceptación te hace daño
El dolor ante la impotencia, la rabia hacia la imposibilidad de poder cambiar las cosas, y la tristeza hacia lo inevitable, se quedan a vivir en nosotras. No podemos echarlas. Al revés, sin darnos cuenta, las vamos acogiendo, dándoles todas las comodidades en nuestro pequeño mundo interior.
Acepta lo que te ocurre cuanto antes, respeta tus tiempos, tu duelo, pero no te quedes a vivir ahí. Recuerda que el ego no tiene consideración en lo referente a lo que quiere y lo que no quiere, pero recuerda también que tú no eres tu ego. Recuérdalo sobre todo cuando te halles en estados de exaltación. Tú eres algo más que esas voces que te llevan de un lado a otro dando tumbos, sin dejarte manejar con libertad el volante de tu existencia. Compréndelo: no tienes el poder sobre nada externo, tan solo sobre ti misma. Así que aprovecha ese poder y suelta lo que crees que quieres y lo que crees que no quieres, porque no es real.
Crees que sabes lo que es bueno para ti, piensas que sabes elegir lo que te va a hacer feliz, pero no es así. Lo que realmente necesitas es comprender que ya eres feliz. Y eso es algo de lo que te das cuenta en el mismo momento en el que dejas ir todas esas emociones incontrolables que te controlan a ti.
Puedes ser feliz. Para lograrlo, tan solo tienes que dejar de enfocarte en todo lo malo y empezar a mirar todo lo bueno.
A lo mejor ahora es tu momento para replantearte algunas cosas importantes. Si es así, yo te puedo ayudar con la Lectura de Alma, un proceso terapéutico para personas valientes que quieren tomar las riendas de su vida.
Os dejo el enlace a esta preciosa RUMBITA DEL SANO AMOR de Rosa Zaragoza que ha sonado mientras escribía este post. Maravillas del universo. ESUCHAR CANCIÓN