Me gusta vivir tranquila en mi cabaña. Cada día que pasa agradezco más esos pequeños momentos en los que me concilio conmigo misma y decido simplemente SER, sin autoexigirme demasiado. La autoexigencia es miedo a la incertidumbre, a perder el control sobre las cosas que crees que son importantes y que, con el tiempo, te das cuenta de que en realidad no lo son tanto.
Para poder vivir tranquila, debes de soltar el miedo y rendirte a la certeza de que todo es perfecto. La vida nos reta constantemente a jugar con ella, a veces ganamos y otras perdemos. Pero al final da igual. La vida no se sostiene por sí misma, la sostenemos entre todas. Sin ti, este momento no existiría.
Ser feliz no es el propósito real del alma, es algo más sencillo, se trata simplemente de ser tú misma, sin máscaras. Para mí, ser feliz significa sentirme completa, no estar en conflicto con nada ni con nadie. La felicidad no la mido por la necesidad de tener algo para sentirla, al revés, creo que, con la dosis adecuada de austeridad, se vive mucho más feliz. Por eso me gusta vivir tranquila en mi cabaña, me da la certeza de que estoy en el lugar correcto.
El despertar espiritual es clave para vivir tranquila
La espiritualidad no es una religión, ni algo dogmático, va más allá de la razón y el entendimiento. Muchas personas se creen «espirituales» porque hacen cosas espirituales, pero realmente ser espiritual no implica hacer nada, se trata, más bien, de comprender. La espiritualidad es comprender la vida y aprender a vivirla a través de la experiencia de ser tú misma sin que el ego te engañe ni suplante tu identidad original. Es darte cuenta de cómo te autoengañas, te autoconvences y te refugias en tus creencias pensando que sabes quién eres y, lo más importante, qué quieres. La manera de comprobar si realmente está despierta no es creando un entorno ni adquiriendo una personalidad modo Zen, es cuando vives tranquila por dentro y por fuera.
Hay muchos egos que piensan que están despiertos, es antagónico pero cierto. Estar despierto es reconocer tu sombra, aceptarla y reducirla, porque el ser humano vive sólo para hacerla crecer y crecer hasta que su sombra le domina. Y por eso acaba actuando desde una exaltación de su propia personalidad y convirtiéndose en una especie de caricatura grotesca de sí mismo.
Tú no eres esa persona que ves reflejada cada mañana en el espejo y que está constantemente reafirmándose de mil maneras para espantar el miedo que la hace tambalearse y perder el equilibrio. Una persona espiritual no necesita sentirse especial, ni que los demás la traten como tal. Esta es una demanda muy propia del ego.
La sombra me acompaña siempre, pero la puedo controlar
Caminar junto a tu sombra es igual que caminar junto a un niño picarón que intenta constantemente engañarte para que le des un caramelo. Al niño le ves venir y te ríes por dentro, porque, como te parece ingenioso y espabilado, te hace gracia. Le sigues el juego hasta darle o no ese caramelo ansiado. Hoy por hoy, hay muchas personas que viven en el miedo y se refugian en una falsa espiritualidad.
Vivir tranquila consiste en estar en paz contigo misma, ser coherente y honesta, y tratarte con respeto, amor y cuidado. No necesitas demostrar nada, no quieres tener razón, porque te es indiferente. Querer tener razón es un rasgo muy típico del ego. El ego mata y muere por querer tener razón. Por eso muchas personas inseguras buscan reafirmarse mediante la razón. Pero, cuando te has conquistado a ti misma, ya no estás en una búsqueda incesante de sentido ni de nada, porque ya sabes lo que necesitas saber, ya sabes quién eres.
Te doy un consejo: revisa tu vida en estos momentos, analiza por qué y cómo has llegado hasta aquí. Si todo está en equilibrio, entonces todo está bien. Si no lo está, significa que falta equilibrio dentro de ti. Nada nos llega porque sí. En el fondo, todo es una respuesta a lo que ya hemos elegido con anterioridad. Vivimos condicionados por un efecto dominó continuo, pero la ceguera mental nos impide romper la cadena y avanzar más allá. No sabemos cómo hacerlo, cómo salir del bucle, y por eso nos vemos abocados a estar siempre dando vueltas sobre lo mismo, siendo víctimas del mismo efecto, inmersas en una espiral infinita que nos lleva siempre a idéntico lugar.
¿Sabes quién eres realmente?
El propósito de que algo te incomode dentro de ti (algo que no cambia, que te impide avanzar y que no sabes cómo trascender) es recordarte tu propósito de alma. La pena es que, como te incomoda, lo evitas. Para saber quién eres, tienes que deshacerte de quien crees ser.
Ponte este objetivo: encuentra el equilibrio en ti y mírate hacia dentro. Solo si lo haces, sabrás quién eres. Todo lo que proyecta tu mente, incluso los mundos superiores a los que accedes cuando meditas, es fruto de tus deseos y tus miedos. No hay nadie más que tú en «el circo cósmico», como diría J. Krishnamurti. Todo es una ensoñación. Por eso, cuando una persona ha despertado de verdad, puede reconocer rápidamente que hasta el éxtasis más paradisíaco es apenas una estación de paso, un lugar más para trascender, otra proyección del ego.
Busca el silencio dentro de ti, quédate ahí y no te muevas. Ahí es donde reside el verdadero equilibrio del Ser. Cuando llega el momento en el que te gusta vivir tranquila.