
«La mayor rebeldía es rebelarte contra ti».
Liles Hernández es «emocionista», lectora de almas, escritora, artista plástica y experta en gestión emocional. Ha publicado ¿Y si no eres quien realmente piensas que eres? y Manual de Educación Mágica, dos libros donde compendia su aprendizaje de la última década explorando el mundo de las emociones. Antes fue diseñadora gráfica, directora de arte, ejecutiva de cuentas e ilustradora en empresas de renombre en Barcelona. La suya era una carrera de éxito. Sin embargo, a los 35 años una experiencia personal traumática le cambia la vida para siempre. En 2015 empieza a «ver» y a trabajar como terapeuta. Su método, detectar los esquemas mentales nocivos que manejan nuestra vida como si fuéramos marionetas del inconsciente. Su objetivo, lograr que aflore lo mejor de nosotros, lo que ella llama la «versión original», que rescata mediante su «Lectura de alma».
Liles, en 2015 empiezas a «ver». Si jugamos al veoveo, ¿tú qué ves?
Veo más allá de lo que se ve a simple vista. Tengo un don que me permite bucear en la mente de las personas y detectar esas creencias y esos patrones emocionales en que basamos nuestras estructuras de pensamiento y que, de forma inconsciente, condicionan nuestra conducta. Veo qué es lo que nos hace a las personas pensar como pensamos, vivir como vivimos y, en definitiva, ser como somos y por qué.
Lo de «eres como un libro abierto» se acuñó pensando en ti.
Lo importante es que sea la propia persona la que se vea a sí misma. Esa es mi misión: hacer que tú te entiendas a ti. Y por supuesto, que sepas cómo enmendar lo que no te gusta. En el momento en el que te explico dónde radica la causa de tus problemas, ya sabes por dónde empezar a arreglar lo que no funciona en tu vida. Mi propósito es que corrijas los fallos, endereces lo que esté torcido y seas feliz.
Suena muy bien, pero…
El pero está en la resistencia al cambio. El ego es un animal de costumbres y cuando lo pones a dieta, te saca los dientes. Mudar los esquemas de toda una vida no se hace de la noche a la mañana, requiere de un proceso más o menos largo según el grado de dependencia que cada uno tenga de su ego. A unos les cuesta más y a otros menos. Desde luego hace falta una profunda toma de conciencia de qué debes cambiar y, por supuesto, querer hacerlo y obrar en consecuencia. Conciencia, determinación y voluntad. Esos serían los tres pilares del cambio. Y constancia. Cuatro.
¡Menudo reto!
Soy positiva. Mi lema es «Imagina que nada es imposible». La mente es la que crea todo, la que valida unas posibilidades y anula otras por considerarlas imposibles. La física cuántica ya lo ha demostrado: tu modo de observar condiciona el resultado del experimento. Por tanto, no hay realidades objetivas e inmutables. Si una imaginación ha creado el escenario donde se desarrolla tu vida y no te llena, ¿por qué no imaginar uno mejor? ¿Quién te lo impide, tus creencias? ¡Pues cámbialas! Eres libre. Y la imaginación tan ilimitada como el propio universo.
Parece un juego de niños
Es que es un juego de niños. Los niños se entregan con tanta pasión a lo que imaginan que para ellos se convierte en realidad. Si creen que un palo es una espada, simplemente lo es. Cuando solo ven el palo, es cuando pierden la inocencia. La espontaneidad se corrompe y dejan de creer en el poder de su imaginación. Lo ideal sería volverse adulto sin extraviar esa capacidad de «hacer magia». Ser feliz es un juego de niños que conviene tomarse muy en serio.
En sus talleres con niños, Liles se dio cuenta un buen día de que si los padres no evolucionaban al unísono con sus hijos, los pequeños no prosperaban y los mayores se quedaban atrás. Este fue el germen que la impulsó a robarle horas al día para aporrear sin descanso las teclas de su portátil durante meses hasta rematar el manuscrito de su Manual de Educación Mágica, obra que «enseña a los adultos a volver a ser niños y a los niños a no dejar de serlo». En las sobremesas del fin de semana, mientras se distraía tirada en el sofá viendo pelis románticas nórdicas (¡le encantan!), fue perfilando en su tablet las impactantes ilustraciones que acompañan al libro, donde el punk y lo naíf se abrazan con tierna crudeza.
Para mí la espiritualidad no está reñida con irme de cañas con mis amigos. Me gusta pasármelo bien, ya sea meditando o preparando un salmorejo. Mis dibujos son como yo, que soy muy dulce y muy cañera a la vez. Muchos se sorprenden al conocerme, porque ven a una tía muy activa, muy dicharachera, que se ríe un montón, que se apunta a un bombardeo, pero que también es muy zen. Me encanta hacer cosas nuevas, salir, conocer gente, ir aquí y allá, y siempre estoy ideando mil y un planes distintos. O sea, no encajo en la típica imagen de maestro tibetano en permanente nirvana. Sin embargo, yo diría que tengo un temperamento muy ecuánime, aparte de ser más feliz que unas castañuelas. Ser espiritual no es ser un muermo.
¿Qué es la espiritualidad?
La espiritualidad es aprender a vivir de la mejor manera posible siendo tú misma. No es aplicarse con esfuerzo en la consecución de una sabiduría que se aprende en un viejo códice milenario, porque eso sería ponerte otra capa de cebolla más. Consiste más bien en lo contrario, en permitir que aflore en ti lo que yo llamo tu «versión original», tu yo verdadero. En quitarte todas las capas, vamos. Es como reencontrarte contigo después de mucho tiempo. Por eso hay que ir más allá del ego. El ego es tu personaje y tú eres tú. Muchas veces no tienes nada que ver con quien crees ser.
Así se titula tu primer libro: ¿Y si no eres quien realmente piensas que eres?
Al poco de empezar en esto, en las sesiones de terapia, en los grupos de trabajo, en los talleres y en lo que yo denominaba mis «charlas conscientes», detecté una carencia grave: la falta de una guía de instrucciones para que las personas se pudieran entender a ellas mismas. Y como no la había, la hice yo. Me propuse explicar el funcionamiento de las emociones y su relación con la espiritualidad del modo más fácil, simple y directo posible. Y con dibujos tan clarísimos que los pudiera entender un niño. Así nació «el libro azul», como lo llamo cariñosamente, del que me siento muy orgullosa porque me consta que ha ayudado a muchas personas.
Al final somos emociones con patas.
Siempre lo digo, somos emociones, por eso es fundamental conocerlas. Conociendo tus emociones, te conoces a ti misma. Todos hemos construido nuestra psique a partir de una emoción raíz que marca la impronta de lo que va a ser tu herida emocional de por vida. Ella forja el patrón que condiciona tus respuestas emocionales, desde el que reaccionas a todo lo que te pasa. Se dispara automáticamente cuando vives algo que te descoloca y por lo general, domina tu vida de forma inconsciente. Toda la enjundia del autoconocimiento empieza y termina justamente en esto, en tomar conciencia de ese patrón para que no te siga toreando y para que seas tú quien maneje las riendas de tu vida en lugar de vivir en una montaña rusa a expensas de una emoción desbocada.
El «buen patrón», siendo irónicos.
Bueno, ese es el papel que representa el ego. Te vende que él es el mejor capitán, cuando en realidad te está pirateando la existencia. La pena es que muchas personas tengan que llegar al extremo de naufragar para darse cuenta. He comprobado que tarde o temprano, en un momento dado de la vida, sobreviene la catástrofe, sucede algo que te para en seco, que te rompe el ego. Digamos que si tú no despiertas, la vida se busca el modo de que lo hagas. Y no repara en gastos. Lo hace por tu bien, pero a veces te deja tiritando y en pelotas.
Sin querer hurgar en la herida, ¿a ti te pasó?
¡Ay! En consulta veo personas con vidas muy tortuosas por culpa de malas decisiones derivadas de su patrón. En mi caso, la vida tenía otros planes y me lo hizo saber de forma despiadada. De tener una vida «socialmente correcta», en pocos meses sufrí una cadena de decepciones: me vi separada, sin trabajo, sin apenas dinero, lejos de mi familia y muy tocada emocionalmente. Pero no estaba hundida. Así que me agarré a lo que me quedaba y decidí entregarme al arte, que para mí es una terapia infalible. Lo tomé como una oportunidad. Mi descalabro supuso un reseteo total, la ocasión perfecta de volver a empezar. Y eso hice. Emprendí el camino que me ha traído hasta aquí.
¿Sabías adónde ibas?
¡Qué va! Ni por asomo. No tenía ni idea. Simplemente, seguí apoyándome en la autoobservación y en la escucha interna, hábitos que practico desde cría. A mí lo que más me ha apasionado siempre es conocerme, saber cómo funciona mi mente. Tenía 35 años, había vivido ya algunas cosas y pese a los tortazos, mi rebeldía continuaba intacta. Este es otro de mis rasgos principales, la rebeldía. Sin ella no vamos a ningún lado. Ser espiritual es rebelarte contra tu propia tiranía, no contra el mundo o contra los poderosos, sino contra ti misma. No hay mayor acto de rebeldía que plantarle cara al ego, cuestionar a ese personaje que creemos ser y por el que nos dejamos avasallar.
¿Es esa la eterna revolución pendiente?
Claro, el amor sigue siendo lo más revolucionario que hay. La humanidad anda sedienta de amor y necesitada de autoestima. El colectivo cambia cuando cada integrante del mismo realiza su propia transformación personal. Mi forma de cambiar el mundo es esa, cambiarme a mí misma y ayudar a otros en su camino de autodescubrimiento. La consciencia es todavía un continente inexplorado para la mayoría.
Como los viejos maestros, Liles vive pegada a una pizarra, donde garabatea continuamente palabras clave y esquemas para apoyar gráficamente su discurso y hacerlo más inteligible. En privado, el cuaderno sustituye a la pizarra, pero el relámpago, ese ímpetu con el que se expresa, no cesa. Le obsesiona hacerse entender. Vivaz, locuaz, amena, de voz potente, tono sugerente, manos y gestos que subrayan lo importante, basta escucharla unos minutos para saber que tienes delante a una comunicadora nata. De hecho, su mirada perspicaz habla por sí sola. Emana eso que llaman magnetismo, el aura de los que te convencen. Que te hagan una «Lectura de alma» ya es alucinante de por sí. Que además te la hagan dándolo todo para que no pierdas ripio, una pasada.
El ego es escurridizo como una anguila jugando al escondite. Contarle a una persona cómo funciona su ego y las tretas que emplea para engañarla y persuadirla no es fácil. Ten en cuenta que, mientras yo lo voy desenmascarando, él lo va negando todo y a la vez buscando otros escondrijos y tramando nuevas argucias para que nada cambie. El ego es el listo de la clase, no encaja bien que le leas la cartilla. Así que, mientras yo trato de sembrar claridad en tu mente, él se afana en embrollarla aún más. Yo pongo el discernimiento y tú tienes que poner la conciencia. Si no, apaga y vámonos. La información que doy es valiosa, puede hacerte mucho bien si aplicas mis consejos adecuadamente. Estamos hablando de tu felicidad. ¿Cómo no me va a preocupar que a mi interlocutor le quede todo claro como el agua? Bastante confusión hay ya en una mente. Hay que darlo todo mascado y bien mascado.
¿Y tiene buena acogida el menú?
Depende del apetito y de las ganas de mejorar que tengas. Las lecturas se graban para que la persona las escuche cuantas veces necesite. En este sentido, a mí me sucede algo muy curioso, y es que le hablo a cada persona en su propio registro. Te cuento. Al conectarme con la mente de otra persona, de alguna manera soy ella por un momento: pienso como ella, siento lo que siente, escucho su diálogo interno, observo cómo elabora sus decisiones, a partir de qué creencias, cuál es el origen de estas. Te hablo de procesos muy inconscientes en su mayor parte, porque yo entro hasta la cocina, nunca mejor dicho. Entonces, en el fondo, con lo que me conecto es con su manera de crear, porque nuestra manera de crearnos a nosotros mismos es la forma en que creamos nuestra vida y nuestra realidad. Al conectarme con su creatividad, puedo hablarle en su lenguaje, moverme dentro del marco de coordenadas que le es familiar. Así que me hago entender sí o sí. Otra cosa es como lo digieras tú.
Me parece increíble, sinceramente.
Es que la mente es flipante. Yo soy la más sorprendida, te lo juro. Ni te imaginas las películas de marcianos que las mentes son capaces de montarse en tres segundos. En términos biológicos, somos información, series de datos que se replican para crecer y reproducirse. La vida que vivimos es un reflejo de cómo pensamos. Y el pensamiento surge de las conexiones neuronales. La creatividad, incluso la aplicada al arte, es un mecanismo de supervivencia. Creamos para subsistir. El ego también. Lo suyo es crear problemas.
Que luego te toca solucionar a ti.
A mí no, al interesado. Yo solo soy una mensajera, una doctora del alma, si quieres. A lo sumo, te hago el diagnóstico y te doy la receta para que te cures, pero la sanación corre de tu cuenta. No puedo vivir tu vida por ti. Tus problemas te los tienes que solucionar tú, porque si te los soluciono yo, te dejo sin la oportunidad de enfrentarte a eso que justamente te va a enseñar a estar mejor. El libre albedrío es eso, tener la madurez de asumir la responsabilidad de tu propia vida con sus aciertos y sus errores. Te vas a equivocar, aunque no quieras, pero también vas a acertar. Al fantasma del fracaso hay que espantarlo intentándolo una y otra vez hasta que sea él el que desista, no tú.
Quién dijo miedo, ¿no?
¡Hombre! Has nombrado al enemigo público número uno. De lo que tenemos miedo es de nuestro propio poder, de ser libres de verdad, de ser felices, de salir de la zona de confort, de expandirnos más allá de nuestra propia comprensión. Si la gente se diera cuenta de que no somos nada, literalmente nada, de que no hay nada que perder porque no tenemos nada, le perdería inmediatamente el miedo a todo. Fundamentalmente, el miedo al miedo, que es el mayor miedo que hay. El miedo está en la mente. Es un virus que no te deja vivir. Vivir con miedo no es vivir.
Liles, sé buena y dime que hay más como tú.
Ja, ja, ja. ¿Tú qué crees? No sé, eh. Ahora en serio, no conozco personalmente a esos otros lectores y lectoras del alma que se anuncian por ahí, así que no sé cómo trabajarán. En mi caso, mi única escuela han sido, por un lado, mi propia autoindagación y, por otro, mi experiencia como terapeuta. Uso un método creado por mí misma, que he tratado de volcar en el Manual para que el lector se erija en su propio maestro en el arte de la reeducación emocional. No es fácil, lo sé, pero con una buena guía tampoco es imposible.
¿Proyectos en el horizonte?
Estoy entusiasmada con dos nuevos proyectos en los que ando enfrascada. Uno es un ensayo y otro…. Bueno, prefiero no desvelar nada. Ya lo diré cuando sea el momento. Me encantaría disponer de más tiempo para escribir y pintar, pero ahora mismo la consulta me ocupa la mayor parte del día y aún no he aprendido a desdoblarme. Pero ¿quién sabe? Igual lo consigo de repente. La vida es así de mágica.