Hay personas que lloran por todo, tanto por lo bueno como por lo malo. Muchas veces su incontinencia lagrimal les pone en más de un apuro, ya que les convierte en seres demasiado vulnerables, demasiado sensibles. Eso hace que no puedan mostrar ante los demás una imagen de autoridad, o de serenidad y confianza. Cuando las lágrimas empiezan a brotar, sus ojos se convierten en pequeñas piscinas infinitas.
El famoso nudo en la garganta que todos conocemos: en algunos momentos podemos contenernos y en otros, no. A veces las lágrimas se mezclan con la risa, otras con los sollozos, y ese hipo con mocos que corren hasta tu boca te hace conectarte de nuevo con la niña o el niño que todavía llevas dentro. Hay quienes sienten impotencia, frustración o rabia al pensar que nunca conseguirán parecerse a esos adultos contenidos a los que tanto pueden llegar a admirar.
¿Por qué hay personas que lloran por todo?
Cuando te afectan demasiado las cosas y empatizas con todo, es normal que no puedas controlar tus emociones, ya sea para bien o para mal. Tu reactividad emocional es muy alta y eso te impide tener el control sobre tus actos.
Si lloras por todo, para los demás no tienes fortaleza. Eres un llorón. Y a veces hasta se ríen de ti. ¿Por qué hay personas que lloran por todo? ¿Por qué les entra esa congoja que les sobrepasa y les controla? Pues la verdad es que puede ser por muchas cosas. Si eres una de esas personas, tendrías que retroceder a tu infancia, recordar cómo te sentías, si eras más sensible de lo normal. Aunque lo más importante es que recuerdes quién o qué era lo que te impedía llorar.
A veces puede haberlo ocasionado el tener un padre o una madre intolerante con la sensibilidad o la vulnerabilidad. Llorar es de niñas, o llorar es de flojos, llorando no vas a conseguir nada en la vida. Tiene que ser fuerte, tienes que aguantar, tienes que pegarles cuando te pegan. Al final se trata de hacer cualquier cosa menos llorar, que es lo único que puedes hacer.
¿Eres una de esas personas que lloran por todo? ¿Hasta por las alegrías que te da la vida?
Cuando te emocionas por las alegrías propias, lo que realmente te está pasando es que te parece increíble que algo bueno te esté ocurriendo, y cuando las alegrías son ajenas, las sientes como si fueran tuyas. Empatizas de manera inconsciente con lo bueno que le está pasando a la otra persona, porque hay una parte de ti que en algún momento se pudo sentir víctima, o no merecedora de lo bueno. Su alegría te activa un deseo profundo, ese deseo que se convierte en idealización, en ver en el otro algo que no puedes ver en ti.
Otras veces podemos relacionar emocionalmente lo bueno con la posibilidad de la pérdida. Imagina que algo que deseabas no se cumplió, o alguien que querías se marchó, o que eso que deseabas con tanto anhelo no llegó nunca (puede que incluso lo estés esperando todavía). También nos puede afectar la ausencia de un reconocimiento, un amor fraternal no expresado, o cualquier otro tipo de carencia afectiva. O simplemente puede ser un secreto que te pesa, algo malo que te pasó y que no contaste a nadie y se quedó dentro de ti recordándote cada día que la vida no es tan bonita como parece; y entonces, cuando ocurre algo bueno, te emocionas al pensar que a lo mejor no es tan fea ni tan mala como te la pintaron.
Cuanto más llenes la botella, más llorarás por todo
Cuanto más llenas la botella en la infancia, cuantas más lágrimas reprimes, más desbordada tienes la botella y más difícil es contenerla. Algunas personas no pueden llorar, como escribí en mi anterior artículo: ¿Por qué algunas personas no pueden llorar? A unas se les queda atascada la pena y a otras se les escapa por cualquier grieta. Ambos comportamientos son extremos: no llorar por nada o llorar por todo. Encontrar el equilibro es importante, no solo para dar rienda suelta a la tristeza, sino también a la hora de expresar cualquier emoción. Si acumulas rabia, te puede pasar lo mismo, que estés llena de rabia contenida, y que al final eso te genere alguna enfermedad hepática, por ejemplo. Y si esa rabia se halla desatada en tu interior, serás una persona irascible y saltarás a la mínima.
Aprender a equilibrar tus emociones es muy importante. La reeducación emocional nos enseña a liberar esas emociones contenidas, a saberlas gestionar correctamente, a vaciar la botella para poder tener una vida en la que nadie te acuse de ser una llorona o una persona tan sensible que no se le puede contar nada.
He conocido a muchas personas que lloraban por todo, casi en igual proporción a las que no podían llorar. Las personas que no lloran o que reprimen su llanto no tienen tanta necesidad (o creen que no la tienen) de solucionar ese problema (si es que acaso para ellas es un problema). En cambio, las personas que lloran por todo están deseando dejar de hacerlo y poder dar la imagen que deseen, dependiendo del momento, sin que las lágrimas las traicionen.
Alimentar la melancolía o la nostalgía te hará llorar más por todo
Cuando eres una PAS (Persona Altamente Sensible) y tienes un alto grado de sensibilidad, todo te sobrepasa y te resulta difícil de gestionar. Pero lo seas o no, lo cierto es que todas las personas somos un efecto de algo que nos pasó en la infancia, es decir respondemos a partir de un patrón creado en la niñez. El adulto no trabajado no puede ver ese patrón, no tiene la capacidad de observarse desde fuera, por lo tanto, es complicado que por sí mismo pueda disolverlo.
¿Qué hacemos entonces? Por ejemplo, cuando tengas ganas de llorar por una buena noticia, utiliza una palabra que te ancle al momento. Usa la que quieras, pero que sea bonita. El propósito de la palabra clave es distraerte, desviar tu atención para que no empatices con lo que está ocurriendo. Porque, en general, no es en sí lo que ocurre lo que te emociona, sino tu patrón, que dispara automáticamente tu reacción sea lo que sea que ocurra. Y lo que buscamos es bajar tu nivel reactivo, vaciar tu botella.
Y cuando tengas ganas de llorar por algo triste, debes medir también si tu reacción es coherente con lo que está ocurriendo, y repetir de nuevo la palabra para no dejarte llevar por los acontecimientos y acabar reaccionando de manera desmesurada. Espero que te funcione.
A lo mejor ahora es tu momento para replantearte algunas cosas importantes. Si es así, yo te puedo ayudar con la Lectura de Alma, un proceso terapéutico para personas valientes que quieren tomar las riendas de su vida.