¿Por qué hay personas que no pueden llorar y otras que lloran por todo, tanto por las alegrías como por las penas? Muchas veces he pensado en organizar una sesión grupal de «Lloroterapia». En serio, no llorar es muy malo. No soltar las emociones es lo peor que te puedes hacer a ti misma. No llorar es perjudicial para tu salud emocional y física.
Cuando lloramos es inevitable que, si no estamos solas, las personas que se encuentren cerca de nosotros se preocupen. O simplemente se sientan incómodas. Llorar no está bien visto porque nos incomoda. A veces, cuando estamos pasando por una situación muy difícil, intentamos mantenernos fuertes ante las personas que queremos. Ocultamos nuestro dolor para evitar que se preocupen y sufran porque su dolor nos duele más que el nuestro.
¿Cuándo es buen momento para llorar?
Cuanto más contengas tus lágrimas, más difícil se te hará llorar, porque se te habrá pasado el momento de hacerlo. Muchas personas, al cabo de un tiempo de haber pasado por una situación delicada en su vida, tienen ansiedad. De golpe, lloran sin venir a cuento. Sienten una fuerte presión en el pecho, su respiración se entrecorta, el aire no les alcanza hasta la barriga, sino que solo va del diafragma hasta la nariz. La ansiedad es una invitada no deseada, sobre todo cuando no sabes ni por qué está allí. En ocasiones, la causa que la provoca se te ha olvidado, porque ha pasado mucho tiempo desde que ocurrió aquella situación dolorosa.
Hubo una época en mi vida en el que no encontraba el momento para llorar. Quería estar a solas, llorar tranquila, a moco tendido, pero en casa era imposible. Si lloraba, mi familia se preocupaba, y yo no quería preocuparles, quería llorar y punto. Así que empecé a ponerle fecha a las lágrimas. Cuando sabía el día que iba a estar sola en casa, me lo agendaba para llorar. Sí, tal como salían mis padres por la puerta, esperaba un poco hasta que me aseguraba de que no iban a volver y ese era mi gran momento.
Lloraba como si no hubiera mañana. Preguntaba al aire, o a Dios, o a quien me escuchase: ¿Por qué? El porqué, por supuesto, nunca tenía respuesta. Y lloraba hasta que se me hinchaban los ojos y ya casi no podía ver. Y me venía a mi mente una frase de una canción de Fito y Fitipaldis, Me equivocaría otra vez:
«Puede ser que la respuesta
sea no preguntarse por qué».
Ponerte un día para llorar, o un momento para darle puñetazos a unos cojines y sacar toda la rabia que llevas dentro, es bueno. Muchas personas no se pueden imaginar el daño que se pueden llegar a hacer simplemente por no exteriorizar sus emociones. Si tienes hijos/as, no le digas que no lloren. Cuanto más tiempo reprimas la emoción, más llena estará tu botella. Y luego vaciarla es más complicado. La educación emocional te hace la vida muchísimo más fácil, realmente te permite vivir plenamente consciente. Y eso significa que tú tienes el control sobre tus emociones, no ellas sobre ti.
¿Y tú, sabes llorar?
Hay personas que no lloran cuando se muere un ser querido, ya sea su padre o su madre. No pueden. A veces el dolor es difícil de gestionar porque se mezcla con rabia, impotencia, frustración, o culpa. ¿Quién sabe lo que realmente sientes por dentro? A veces, ni tú mismo eres consciente de lo que sientes, porque tienes tal lío en tu madeja de emociones que la única salida que te queda es evadirte. Te puedes volcar en el trabajo, en el deporte o en algo peor como el alcohol, las drogas, etc. para suprimir el dolor intentas no verlo para no sentirlo. Pero no suele funcionar.
Cuando miras a otro lado, es porque no sabes gestionar el dolor. Y eso duele todavía más, tanto que el dolor te llega hasta el alma. La presión en el pecho es tan fuerte que parece que se te haya activado un airbag en la garganta, y empuja con tanto vigor que temes que tu cuello vaya a explotar.
La verdad es que no tenemos ni idea de cómo funcionamos a nivel emocional. Las personas hablan y hablan de sus problemas, se quedan enrocados y no pueden ver más allá de lo que su mente les deja ver. Pero hay vida más allá de tu mente, una vida muy tranquila, muy bonita, un lugar al que, a veces, llamamos «paraíso». Y cómo no va a serlo. ¿Te imaginas tu mente en silencio?
Para poder vivir en el presente, en el aquí y ahora, debes primero vaciar tu botella. No vale parar un momento y ya está. Todos tus momentos deben estar siempre alineados con ese paraíso. La vida es muy caótica, necesitamos apretar el botón de pausa. Hace poco escribí esto en una de mis historias de Instagram:
«Las personas, en general, viven como si estuvieran en los autos de choque, en un estado de alerta, control y acción-reacción permanente que les impide relajarse. La carga emocional que arrastran es tan grande que ni la pueden ni la saben gestionar, y lo que hacen es intentar evadirse de esa sensación angustiosa de nudo en la boca del estómago, o de presión en el pecho, por cualquier medio. El cuerpo siempre avisa, pero no lo saben escuchar hasta que muchas veces ya es demasiado tarde.
»Las emociones son tu respuesta a todo lo que ocurre tanto fuera como dentro de tu mente. El problema es que no nos educan para poder saber cómo funcionamos a ese nivel más vital. La Reeducación Emocional a través de la Lectura del Alma es la manera en la que enseño a adquirir nuevos hábitos emocionales. Creamos lo que creemos. Cambia tus creencias para cambiar tu vida».
Pues eso, ponte un día para llorar, no lo dejes para después. Y si la gente te ve llorar, no te sientas incómodo, y menos por su propia incomodidad ante tus lágrimas. Las lágrimas sanan. Cuanto más vacía esté tu botella de tristeza, más lágrimas de alegría derrocharás. 😃 Y esas, más que sanar, lo trascienden todo.