Ausencia de ti ¿Dónde está la niña que un día fuiste? María llevaba toda la vida resentida con su padre. Cuando tenía catorce años, este abandonó a su madre y, si hasta ese momento lo había sentido como una figura ausente, a partir de entonces, su falta se hizo aún más patente. A lo largo de su vida había sentido el peso del dolor por la soledad a la que le había abocado la carencia de un referente paterno, alguien que le diera amor, seguridad y protección. Nunca gozó del amparo propio que cabe esperar de un padre modelo, un hombre cariñoso que la llevara en hombros corriendo y riendo juntos por el parque, o en cuyo pecho, fuerte y seguro, quedarse apaciblemente dormida. Sentía una profunda nostalgia hacia aquella niña que nunca pudo ser.
A raíz de la separación, su madre se vio obligada a trabajar, por lo que María pasó gran parte de su adolescencia en casa de sus abuelos. El tiempo fue posando la huella de esta nueva ausencia en el fondo de su corazón. Pero acaecieron nuevas vivencias que cubrieron esa vieja herida con un manto de ilusión y de esperanza. Una de ellas, su matrimonio. Otra posterior, el nacimiento de sus hijos. Durante largos años disfrutó de ser parte de aquella familia ideal que siempre había deseado tener. Sin darse cuenta de aquel vacio que había dejado su propia esencia, viviendo una vida que al final no acababa de sentir.
Ausencia de ti, cuando te pierdes y no sabes cómo
Hasta que un día, su marido decidió que no quería continuar, que aquel hogar que, para ella, era perfecto y maravilloso, para él era una carga agotadora y una rutina de días repetidos que le robaban las ganas de vivir. María se quedó petrificada, en estado de shock, cuando Roberto le dijo que la dejaba. Ella calibró enseguida la posibilidad de que hubiese otra mujer, de que llevase tiempo en otra relación paralela y de que ella, ciega, no se hubiera dado cuenta.
Fueron meses duros. Después de la partida de Roberto, la cama se volvió un abismo y ese abismo hablaba de los otros huecos terribles que marcaban su pasado. La ausencia de Roberto se convirtió en el símbolo de la ausencia de todo cuanto no había estado presente en su vida.
El recuerdo del padre perdido regresó como un fantasma. Sintió de nuevo el dolor por su prolongado silencio, por las conversaciones que nunca tuvieron, por los abrazos que nunca llegaron, por las risas nunca compartidas que nunca se unieron en una carcajada común. La tristeza invadió su corazón sin piedad.
¿Dónde está la niña que un día fuiste?
Los días empezaron a perder brillo y no sabía cómo hacer para que lo recuperaran. Aunque… igual nunca habían llegado a brillar del todo, por más que a ella le pareciera que sí, que lo que tenía era justo lo que deseaba. Pero ¿y sí lo que tenía no era más que la sombra de un deseo que, en verdad, no era suyo? ¿Y si resultaba que no había vivido su vida en completa plenitud nunca? Si su padre no hubiese brillado por su ausencia, ¿habría sido otra María? Y si su madre no hubiese tenido que ponerse a trabajar a los treinta y ocho años, ¿habría proyectado ella algo diferente para su futuro? ¿Habría construido la vida que había construido o estaría viviendo otra totalmente diferente?
Aquella batería de preguntas empezó a causarle un doloroso pesar. La culpa le invadió como una plaga de langostas que devorase a su paso la seguridad que tenía en sí misma y en la vida que había construido. A cada segundo, la sensación de angustia en su pecho era más honda, como un cuchillo que perforara lenta y cruelmente su corazón. La semilla de la impotencia se instaló en su interior. No sabía qué hacer.
Necesitaba ayuda, alguien que le guiase y le pudiese conducir hasta el kilómetro cero de su existencia para vaciar aquella carga emocional y, después, averiguar desde dónde iba a volver a crear su vida. Era el momento de retomar su propio poder y de no permitir que fuesen los demás los que dirigieran su destino. No quería que nadie la condicionase, quería tener la libertad de ser ella la arquitecta de su vida.
Lectura de Alma a María, en busca de la niña que un día fue
Cuando María llegó a mi consulta, su rostro estaba gris y triste, las ojeras le colgaban hasta los hombros, pero tenía una cosa clara: quería salir del agujero donde se encontraba, quería sonreírle a la vida. No sabía cómo hacerlo, pero estaba determinada a lograrlo.
En la primera Lectura de Alma que le hice, pude detectar que su dolor real, ese sentimiento de ausencia que le atormentaba, no provenía del abandono del padre, ni siquiera de su falta de presencia efectiva antes de la separación. El dolor se generó cuando la madre tuvo que empezar a trabajar para sostener económicamente a la familia. La madre amorosa, protectora y siempre a su disposición simplemente desapareció. Este era el dolor que arrastraba desde entonces. Realizamos diferentes sesiones hasta que fuimos hilando, como tejedoras expertas, el entramado de emociones y circunstancias que realmente habían generado su patrón.
Cuando después de mucho tiempo ausente de ti misma, recuperas a la niña que un día fuiste
Hoy María me ha dado las gracias: «Me ha cambiado la vida. Me ha cambiado la percepción de todo lo que para mí era real. Ya no estoy en ese lugar desde donde yo interpreté mi dolor, mis carencias y mis deseos. Ahora siento que tengo el poder, que soy una mujer poderosa, porque me puedo escuchar desde el corazón, desde quien realmente soy.».
Su sonrisa, para mí, es la prueba del éxito, su éxito. Esa sonrilla de niña que la Me parece asombrosa la capacidad de una persona para deshacerse y volverse a hacer para poder ser ella misma. Me maravilla.
Un día me di cuenta de que la mayoría de las personas hacen diagnósticos fallidos sobre el origen de su dolor, o sobre lo que creen que les causa sufrimiento e impide que su vida sea bonita (porque, al final, una vida sencilla, fácil y sin mayores complicaciones que las eventuales, es una vida bonita). Y eso me dio una pista decisiva a la hora de mirar dentro del inconsciente. Más allá de dónde el ego es capaz de ahondar, hay otra manera de verse a uno mismo, y desde ese lugar consciente es desde donde tocar el resorte para que tu vida cambie.
Como siempre digo, la felicidad de los demás es mi felicidad, porque, al fin y al cabo, todos somos uno y lo mismo. La felicidad de la humanidad es una. Si yo estoy feliz, todo lo que hay a mi alrededor estará en la misma vibración, y ya, solo con eso, habrás conseguido cambiar tú para que todo cambie.
#retocambiatu
El lunes 10 de enero de 2022 lanzaré de nuevo el #retocambiatu, proceso de 21 días de transformación personal. Apenas necesitarás dedicarle un ratito cada día por la noche para escuchar mi vídeo con la tarea para el día siguiente. Cada vídeo es una lección. El proceso en sí es progresivo y se divide en tres fases consecutivas: mental, emocional y espiritual. Dejar de vivir dentro del automatismo del ego para aprender a vivir desde la consciencia del presente es un ejercicio de la voluntad. Hacerlo es fácil y te cambiará la vida, si eres perseverante y te observas debidamente a ti misma durante esos 21 días.
Te animo a que te apuntes desde aquí y me ayudes a cambiar el mundo.
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