Terapeuta en un fin de semana, cuando no liberas tu dolor. ¿Cuántas personas conoces que se han convertido en terapeuta en un fin de semana, que no han hecho un proceso propio de liberación emocional, de su dolor pero que se creen capacitadas para sanar a los demás? Yo muchas, más de las que me gustaría, la verdad.
Marta, terapeuta de 36 años, me escribió un día porque quería concertar una sesión para una Lectura de Alma. Como ella, otras personas toman la decisión de ser terapeutas mientras se hallan aún inmersas en sus propios procesos personales de crecimiento. Adquieren un conocimiento y la posesión del mismo les hace creer que saben qué es lo mejor para los demás. ¿Pero qué pasa cuándo no liberas tu dolor?
Lo que están haciendo realmente es escapar de su sufrimiento. Utilizan el rol de terapeutas o facilitadores como un velo, una fachada tras la cual esconderse para emprender la gran evasión de ellas mismas. Es como colgarse la medalla sin haber hecho la carrera. Suprimo al yo que me incomoda para ponerme en modo yo importante, porque con él me siento más a gusto y así los demás no pueden ver mi fragilidad. Y cuanto más grande es el miedo, más grande es el ego.
Hoy en día cualquiera que hace un curso, relacionado con la holística o cierta práctica espiritual se puede creer que ya está preparado para ser como la persona que le ha dado el curso. Lo peor es que la persona que le ha dado el curso pensó lo mismo cuando lo hizo. ¿Cómo puedes convertirte en terapeuta en un fin de semana sin más? ¿Por dinero, por ejemplo?
Y así es como, salvo honrosas excepciones, van saliendo por todas partes sanadores, canalizadores, tarotistas, chamanes, astrólogos y gurús como churros. Terapeutas holísticos que te van a liberar de tu infelicidad o te van a llevar en un pispás a un despertar de conciencia maravilloso. Para mí, estas personas venden humo. Se sugestionan a ellas mismas, para creer que son algo que no son. Si rascas un poco, tras la fachada, te encuentras con un ego como una catedral y con una terapia como un churro, claro.
Al ahondar en el carácter de estas personas, te das cuenta de que son rígidas. Carecen de la espontaneidad natural que brota de la tranquilidad, cuando sabes lo que haces y vas por la vida sin necesidad de tener que demostrar nada. Actúan desde una exaltación emocional, desde un condicionamiento mental, o son excesivamente amorosas, o no se salen ni un milímetro de su discurso aprendido porque simplemente no tienen otro. Si observas atentamente, encontrarás en ellos MIEDO y bloqueos propios sin resolver. Hace años leí que el peor ego es el ego espiritual. Ahora lo puedo ratificar.
Ilustración de Liles Hernández para el Manual de Educación Mágica
Cómo saber si no estás haciendo terapia con un terapeuta de fin de semana
Siempre digo que lo más importante es la coherencia. La persona tiene que tener coherencia entre lo que dice, lo que es, lo que hace, cómo actúa, cómo piensa, cómo vive su vida, cómo funciona en sus relaciones. Alguien muy despabilado puede hablar mucho y, sin embargo, no decir nada, o vestir un sari y pintarse un bindi en el tercer ojo, pero por dentro del disfraz seguir llevando el alma hecha jirones. Lo peor es que se piensa que no, que ya es Sri Saribindi y solo le falta montar el ashram. Cuando te conviertes en terapeuta en un fin de semana, no estás siendo honesto contigo ni con los demás.
Para mí, lo más relevante es tu reacción a las circunstancias. Mi trabajo se centra en decirte qué hay en ti que te impide ser feliz.
A Marta le dije algo que no le gustó. En lugar de decirle lo que ella quería escuchar, le dije la verdad. A veces la gente se piensa que una Lectura de Alma es como ir a que te echen las cartas. Nada de eso. A la Lectura le hizo caso omiso, cosa que me llamó la atención, porque tenía pendiente un trabajo personal de un calibre considerable. Lo único que le importaba era si el hombre del que supuestamente se había enamorado, y que le había dejado, iba a volver con ella.
A mí, las circunstancias, sinceramente, como que me dan igual, porque no son lo más importante. Para mí lo más relevante es tu reacción a ellas. Mi trabajo se centra en decirte qué hay en ti que te impide ser feliz. Si piensas que un hombre va a ser el medio para conseguir tu felicidad, vas mal. Pero lo que más me sorprendió de Marta fue que, en la lectura, salía que había tenido una infancia muy infeliz, por eso me imagino que necesitaba recibir atención y reconocimiento de los demás, sentirse especial e importante.
La pena es que lo hiciera a costa de los problemas de los demás. No hay nada peor que estar mal, encontrarte triste, perdida, sin saber qué hacer con tu vida y, al ir a pedir ayuda, encontrarte con alguien más desorientado que tú. ¿Perdón?
Si consigues abstraerte del exterior y centrarte en tu reacción, entonces podrás reconocer a tu ego.
Cuando vives en tu dolor
Todos tenemos momentos difíciles, pero hay personas que arrastran lastres emocionales demasiado potentes como para ser objetivos con el sufrimiento ajeno. Suelen responder a él desde su propia reacción emocional.
Ilustración de Liles Hernández para el Manual de Educación Mágica
En un momento determinado de la sesión, practiqué con Marta un ejercicio que utilizo habitualmente para que la propia persona pueda detectar físicamente la impronta emocional que se halla grabada en su cuerpo. Cuando se lo hice, estallaron emociones que ella, por supuesto, no quería ver. Estaba totalmente cerrada a reconocer una herida que clamaba a voces ser reconocida para poder liberarse. En ese momento, le pregunté: «¿Marta, tu padre te daba miedo?». Yo ya sabía que sí, porque su cuerpo había reaccionado emocionalmente a ello, y sabía que hasta ella misma había reconocido la emoción.
Su respuesta fue: «No, mi padre es mi maestro.».
Yo me quedé alucinada. El grado de no aceptación y de autoengaño era tan grande que por nada del mundo iba a admitir algo que le rompería el traje a medida que se había diseñado para su papel de terapeuta. Prefería seguir en sus trece que aceptar la verdad. En ese instante pensé: «¡Uau, increíble!». Y a la vez me dio miedo. Marta estaba interpretando un papel tan tan bien, con tal convicción que, aparentemente, daba el pego.
Incoherencia patológica
Hace poco atendí en la consulta a una mujer parecida a Marta, aunque con un pasado todavía peor, más complicado y triste. Igualmente, tampoco me lo quiso reconocer. Al revés, me dijo que para qué quería ella saber cuál era su patrón emocional, que bastante tenía ella con gestionar sus emociones.
¿Hein? ¿En serio? Y acto seguido va y me dice que ha venido por ciertos problemas que tiene con algunas personas, no sabe por qué; que ella lo que buscaba era saber qué le pasaba a los demás. En esos casos, prefiero decirles sutilmente que no les puedo ayudar, que lo mismo no soy lo que necesitan. Y rezo para que se vayan cuanto antes.
¡Qué personas tan incoherentes! Bajo su halo de espiritualidad, su máscara de trabajadoras de la luz, de seres conscientes que piensan que mueven la energía a voluntad, que son mágicas, que colaboran para que el mundo evolucione, hay una confusión terrible, un caos que se agrava por el mero hecho de negarlo. ¿Cómo pretenden cambiar el mundo si son incapaces de cambiarse a ellas mismas? Son personas que necesitan ayuda, pero se niegan a recibirla. Lo único que consiguen es confundirse cada vez más a ellas mismas y, por ende, a los demás.
Tu gran maestra es tu reacción a las circunstancias.
Tu miedo forma parte del miedo del mundo
Si no reduces tu miedo, tu miedo crece, y cuanto más crece, más contribuyes a que el mundo empeore. Una cosa es lo que dicen tus pensamientos, que es la manera en que te autoengañas, y otra cosa es qué emoción te impulsa a hacerlo, y te aseguro que amor no es.
Cuando idealizas y eriges en maestro a tu maltratador, al prójimo que sea, o incluso a la vida en su conjunto lamento decirte que te estás engañando. Lo de fuera no tiene ningún significado hasta que tú no se lo das. Tú eres el alumno y el maestro: los dos están en ti. Tu gurú también se halla en ti misma, en tu interior, porque tu gran maestra es tu reacción a las circunstancias. Si consigues abstraerte del exterior y centrarte en tu reacción, entonces podrás reconocer en ti qué es lo que está actuando en tu nombre, y verás que es tu ego.
Ilustración de Liles Hernández para el Manual de Educación Mágica
Lo que dicen tus pensamientos es la manera en que te autoengañas.
El ego es tu experiencia de vida
Todo lo que has vivenciado, todo aquello a lo que has reaccionado, todos tus condicionamientos, emociones y creencias forman parte de tu ego. Tú eliges qué te condiciona y qué creencias quieres que te limiten. Tan sólo tú.
Lo de fuera es una especie de plató de cine gigante e, igual que en el cine, puedes elegir el género de la película que quieres crear para tu vida. Recuerda que diseñar tu vida es igual que planear un viaje organizado.
Siempre habrán imprevistos y lo mejor es estar preparada. Cuanto más equilibrada estés emocionalmente, mayor capacidad tendrás para afrontar cualquier cosa que te ocurra.