Dejar de buscar el reconocimiento de los demás, es la mejor forma de alcanzar la felicidad. Jamás podrás recibir el reconocimiento de alguien que no se reconoce a sí mismo. Aprende a vivir desde la aceptación de quien eres realmente, no desde lo que desearías ser o lo que los demás esperan de ti.
En verdad, los demás no son nuestro espejo, el espejo somos nosotros mismos. Ese espejo se llama EGO y es desde donde pensamos, hablamos y decidimos. El reconocimiento que buscas de los demás no te va a aportar nada real porque muy pocas personas actúan desde el corazón. Nos pasamos la vida entera interactuando veinticuatro horas al día con nosotros mismos, pero nadie se da cuenta. Cuando respondes a cualquier cosa que te ocurre, lo haces desde un solo lugar: tu experiencia vital, tu memoria emocional, es decir, la información que tienes sobre las cosas. Sin embargo, para poder reconocer a alguien no puedes hacerlo desde el ego, porque tanto el juicio como el halago vienen de él, o sea, están sesgados.
Esta película plasma perfectamente la división, la dualidad del ser humano.
La envidia es un reconocimiento de lo que el otro tiene y yo no tengo pero me gustaría tener. La admiración y la envidia son emociones complementarias. Aparentemente parecen opuestas, pero no es así. Según en cuál pongas tu atención, esa sentirás.
Lo mismo ocurre con el amor y el odio, la alegría y la tristeza, la valentía y el miedo, etc. Al final, que nos enganchemos a una emoción o a otra depende únicamente de nosotros. Reconozco lo bueno que hay en mí, pero también lo malo. Sin una cosa no puede existir la otra. El éxito y el fracaso son como la cara y la cruz de una misma moneda y tú eliges siempre en cuál quieres estar. No hay nada externo que te diga cómo debes sentirte. Tu sentir depende de tu propia elección.
Es el momento de dejar de buscar el reconocimiento de los demás?
Hay personas que quieren ser perfectas en todo. ¿Quién no tiene en su vida a una doña Perfecta o un don Perfecto? A veces pueden sacarte de quicio con su afán de perfección. Se exigen en exceso y asumen responsabilidades que no les corresponden. Son personas que necesitan controlarlo todo. No saben gestionar la incertidumbre y tienen un miedo atroz a las opiniones ajenas, la crítica negativa y, por descontado, la idea temible de dejar de ser perfectos.
El perfeccionismo esconde en el fondo una abrumadora necesidad de reconocimiento. La expectativa de obtenerlo absorbe la energía del perfeccionista hasta tal punto que termina por dominarlo y limitar completamente su deseo. Si me rechazan, es que no me quieren. Ese pavor le impide ser él mismo, le impide ser.
Si mi vida solo gira en torno a la búsqueda del reconocimiento externo, estoy desdeñando el mío propio. Mi camino de autoconocimiento queda así truncado y la sana posibilidad de valorarme desde lo más bonito relegada. ¡Con lo bello que es vivir desde el amor a lo que hago, sin importarme lo que opinen los demás!
«La verdadera libertad
siempre ha estado
en tu interior».
Debes reconocerte a ti mismo, darte el valor tú y amarte tú. De esa manera, ya no dependerás de los demás para sentirte importante o querido. La verdadera libertad está dentro de ti, no tienes que buscarla fuera porque ya eres libre, siempre lo has sido. La confusión que te rodea te impide ver tu propia libertad, una libertad que aflora en el momento en el que dejas de oprimirte.
Deja de buscar el reconocimiento de los demás, es agotador
Muchos piensan que lo que les impide ser libres es la opresión externa, pero no es cierto. Utilizan lo de fuera como una justificación convincente para tiranizarse. Lo hacen porque no se quieren. El amor es un tesoro universal e inagotable que nos pertenece a todos y cada uno de nosotros, y es a partir de enriquecerse uno y fundar con él su amor propio que puede compartir el amor con el otro. Sin amor propio, no hay amor que valga. De modo que deja de buscar esa aceptación, porque nadie te puede dar un amor más grande que el que tú mismo te puedes dar.
Los demás te observan desde su prisma particular, desde su experiencia de vida. Nunca podrán verte como tú deseas, porque lo que tú quieres de los demás es que te den algo que tú no te das. Pero si tú no te lo concedes, ¿cómo te lo van a conceder los demás? Esa carencia o vacío no se cubre ni se llena con lo que el otro puede darte, porque es fruto de tu desconexión de ti mismo, de una falla en tu autoestima, de una herida interior. Por tanto, es una cuestión que va más allá del cuerpo físico y del entorno donde interactúas. Tiene que ver con una consideración más profunda: tu necesidad de darte amor, de valorarte.
Querer ser perfecto en todas las áreas de tu vida es agotador. Lo más fácil sería que aprendieses a quererte tal como eres, con lo bueno y con lo malo. Así podrías empezar a hacer las cosas de manera espontánea y tu miedo se transformaría en felicidad.
Conversaciones con Liles: ¿Por qué atraes siempre las mismas cosas?
A lo mejor ahora es tu momento para replantearte algunas cosas importantes. Si es así, yo te puedo ayudar con la Lectura de Alma, un proceso terapéutico para personas valientes que quieren tomar las riendas de su vida.