Encontrar el amor de tu vida se puede convertir en un verdadero calvario. El mejor camino para encontrarlo es a través de ti misma.
Hace mucho tiempo, en mi segunda vida en esta vida, como la llamo yo (ahora estoy en la tercera), escribí un libro muy divertido bajo seudónimo. Eran historias breves narradas bastante explícitamente sobre mis rollos con los hombres y otras reflexiones sobre la vida en general. El libro recopilaba una selección de artículos publicados en un blog que había comenzado a escribir en 2011. En ese momento, mi vida resurgía de «todo lo malo», como decía yo entonces. Mis planes de pareja, familia y proyección profesional se habían derrumbado estrepitosamente unos años atrás.
Durante un tiempo mi corazón se cerró a relaciones de pareja. No quería implicarme en compromisos de ningún tipo. Necesitaba sentirme libre y viva. La verdad es que siempre he tenido muy claro que nadie puede decidir por ti cómo quieres vivir tu vida. Eso incluye tu sexualidad, por supuesto, una cuestión totalmente personal que, a mi juicio, no admite intromisiones. Una amiga me animó a contar todas aquellas historias de «amores efímeros», como los definí en aquel blog.
Sedúcete a ti misma con amor
Vista desde la distancia, debo decir que aquella época fue muy divertida. Me ayudó a reconectar de nuevo con mi parte femenina, a empoderarme y a tomar conciencia de ese poder maravilloso que tenemos muchas personas que es el don de la seducción. Pero también me ayudó a darme cuenta de que aquel no era el camino correcto. Lo efímero, al final, se reduce a nada; es inestable, no tiene solidez, no sirve para construir algo serio, no digamos ya para dar con ese compañero de vida que al final todas anhelamos.
Por eso decidí retirarme del juego y buscar otra manera de reconectar conmigo misma, sin necesidad de empoderarme-a-través-de, sino con la voluntad de reconstruirme de otra manera. A mi manera. Fue un proceso interesante, porque busqué en mí los potenciales que se habían quedado aparcados en aquella primera vida que había terminado tan tristemente. Recuerdo que me decía a mí misma: «Dios, el Universo o lo que sea que dirige todo este tinglado ha decidido darme otra oportunidad y voy a aprovecharla».
«¿Qué es lo que realmente has acabado por sacrificar sin darte cuenta?», me pregunté. Lo primero que me vino a la mente fue que siempre había querido contar historias, ya fuera por escrito, ya mediante el dibujo. Mi creatividad se había quedado aparcada, así que decidí que ya era hora de volver a conectar con ella.
Crea tu vida desde el reconocimiento hacia ti misma
¿Sabes que la creatividad está muy ligada a la parte femenina? El útero, la gestación, el nacimiento nos conectan también con el proceso creativo. Una idea primero surge en nuestra mente, luego la vamos gestando hasta que finalmente la plasmamos en algo concreto y nace al mundo de la materia. A veces, en algo tan maravilloso como la vida. Otras en un libro, una silla, una película, o cualquier cosa que puedas ver a tu alrededor. La vida es creación.
Fue maravilloso volver a conectar con aquella parte mía dormida durante largo tiempo. No buscaba reconocimiento externo, simplemente hacer lo que se me antojara. ¿Qué sentido tiene si no el arte de crear? Durante unos años me centré en mí y me volví a enamorar de aquella Liles de la que me había alejado sin darme cuenta. El tiempo pasaba y mi historia de amor conmigo misma era cada día más sólida y más bonita. En esa relación singular fue donde me reencontré con mi libertad, la misma que recordaba con ternura que me acompañaba de niña. Me sentí viva.
Fue un momento de transformación increíble, ya que después de aquello «todo lo malo» se convirtió en TODO LO BUENO. Había transmutado, como una gran alquimista, la oscuridad en luz, porque decidí tomar lo que me había ocurrido como la oportunidad de ser yo misma, al margen de lo que los demás pudieran esperar de mí.
Cuando conectas con el amor de tu vida todo cambia
Reconecté con el amor y lo empleé con sumo cuidado, con un mimo exquisito, para crear en el alfar de mi intimidad la obra más importante de mi vida, yo misma. Cuando ya sentí que lo había conseguido, fue cuando decidí que estaba preparada para mi siguiente vida, que es la que tengo ahora, mi tercera vida en esta vida. Me di de alta en una de esas aplicaciones que hay para encontrar pareja (porque realmente no me sobra el tiempo y mis ganas de salir a ligar brillan por su ausencia) y confíe plenamente en que el hombre que era para mí existía y además estaba en algún lugar esperándome. Y así fue.
Quedamos en un bar una noche de un uno de septiembre, como podría cantar Sabina en una de sus canciones. Nos reconocimos y descubrimos que teníamos un propósito en común. Desde entonces, vivimos una historia de amor preciosa, con madurez, respeto, confianza y sobre todo muchas risas.
Tengo cincuenta y un años, estoy casi menopáusica y os puedo asegurar que vivo uno de los momentos más maravillosos de mi vida. Siento una plenitud y una tranquilidad que solo puedes sentir cuando te has encontrado a ti misma.
Hay muchas personas buscando el amor de su vida y casi todas se equivocan en lo más importante. El amor de tu vida eres tú.
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